La presentación reunió a estudiantes del Biobío, La Araucanía y Los Ríos en una jornada que celebró el talento musical emergente del sur de Chile.
La música clásica y popular se fusionó en una emotiva jornada que demostró el poder transformador del arte en la formación de jóvenes talentos, en una iniciativa que cobra especial relevancia en una época donde la educación musical enfrenta desafíos para mantener espacios de encuentro, en una oportunidad única para que los estudiantes compartan su progreso con familiares y comunidad.
Paula Soledad Alarcón, profesora de piano y socia de la Asociación Latinoamericana de Profesores de Piano (ALAPP) de la Sede Sur Austral, destacó la importancia histórica del encuentro y explicó que “es la primera vez que podemos juntar a estudiantes de las regiones del Biobío, La Araucanía y Los Ríos, que han viajado hasta Temuco para mostrar el resultado de su primer semestre”. Además, valoró el espacio físico que brinda la universidad, considerando que “como profesores particulares no siempre contamos con un espacio físico para que los estudiantes se presenten en público y le agradecemos a la UCT por compartir el espacio”.
La jornada musical congregó a jóvenes intérpretes entre 9 y 18 años, quienes presentaron un repertorio diverso que abarcó desde composiciones barrocas hasta adaptaciones de música popular contemporánea.
Florencia Vargas, profesora invitada en la jornada, compartió su experiencia en esta segunda participación y mencionó que sus estudiantes abordan “un repertorio variado, desde barroco, clásico y romántico, hasta música moderna y popular. Hemos interpretado obras de compositores como Mozart, Chopin, Beethoven y también canciones de artistas como John Lennon”. Además, enfatizó la metodología progresiva que aplica con sus alumnos, explicando que “siempre partimos desde lo clásico, con libros de ejercicios para los más pequeños, y a medida que crecen incorporamos otros estilos”.
Entre los jóvenes intérpretes destacó Polina Mokova, una estudiante de 9 años quien interpretó piezas como ‘Alegro’ de Suzuki y ‘Gabote en do mayor’, donde confesó que “estuve nerviosa, pero me gusta tocar piano, así que fue una buena experiencia”, mientras que su padre Rodrigo Contreras expresó su emoción al señalar que “sentí muchísimo orgullo, aunque también ganas de abrazarla porque estaba nerviosa al principio”.