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“Las manos son las que en la obra vivamente participan, 

No obstante, la obra es pequeña, las manos el alma” 

Hugo Kükelhaus

Históricamente los oficios han dado forma al mundo en el que vivimos, pues las civilizaciones se desarrollaron a través de oficios manuales en distintas áreas que resolvieron problemas fundamentales como la vivienda, la alimentación, el vestido y la protección entre muchos otros.

Con la revolución Industrial, algunos de algunos oficios fueron reemplazados por la maquinaria, otros se reorientaron, o se reinventaron tal como sucedió con el movimiento Art and Crafts que relacionó el oficio con el arte inspirando el trabajo de diversas escuelas y talleres.

Como consecuencia de la industrialización muchas de estas escuelas de Oficios tendieron a desaparecer, como es el caso de la emblemática Escuela de Artes y Oficios de la Universidad de Chile y en consecuencia la enseñanza de saberes manuales se limitó a la formación no formal y en algunos casos a la formación técnica.

Sin embargo, en contraposición con los valores industrializados en los últimos años, potenciado el desastre medioambiental y la pandemia, existe un evidente resurgimiento de la popularidad del quehacer manual en jóvenes quienes buscan rescatar el ciclo natural de la materia prima, las técnicas tradicionales y el comercio local todo aquello con una mirada puesta en el presente creativo y tecnológico.

Según WGSN, analizador de tendencias, este regreso a las raíces no es una moda pasajera, sino una transformación que se está desarrollando progresivamente en la sociedad. Es dentro de esta mirada contemporánea del quehacer manual donde nacen varios movimientos o subculturas en crecimiento como lo es la neo-artesanía como una combinación entre arte, artesanía y diseño, el movimiento slow que promueve una vida más calma en todo el quehacer humano y el maker o hacedor, término acuñado por Dale Dougherty de O’Reilly en EEUU.

El movimiento maker se ha desarrollado principalmente en espacios no educativos como laboratorios de fabricación alrededor del mundo, los hacedores son personas que valoran el acto creativo con las propias manos y el énfasis en el uso y el aprendizaje en acción. Este pensamiento manual y aprendizaje a través de la experiencia ha sido escaso en las ofertas profesionales de las Instituciones de Educación Superior en Chile.

Hoy como resultado del alto crecimiento en nuestras industrias creativas tanto regionales (Araucanía) y Nacionales se presenta la oportunidad para formalizar estos espacios de aprendizaje con el objetivo de apoyar a los jóvenes en una orientación que les permita desenvolverse de forma profesional, pertinente y con excelencia en el mundo laboral cambiante.

El gran desafío que nos hemos planteado como Universidad Católica de Temuco tiene que ver con revalorar los oficios y en esa misma lógica el aprender haciendo en un entorno colaborativos y creativo en el seno de la universidad.

Como sabemos, las propuestas académicas universitarias tienen el gran desafío de innovar en sus metodologías de enseñanza para priorizar otros saberes además del intelectual. Un ejemplo de aquello es el aprender desarrollando el saber manual y práctico instalando en los estudiantes aprendizajes significativos y perdurables a través de la experiencia del hacer.

Por tanto, Resulta necesario generar espacios educativos que fomenten la formación en oficios. Desde la Facultad de Arquitectura, Artes y Diseño de la UCT, nos interesa impulsar la formación de expertos creativos con un profundo conocimiento de la materia prima (madera, arcilla, fibra), orientados hacia una práctica contemporánea, innovadora y asociada a las necesidades del mercado. Desde una mirada transdisciplinaria, que coloca el acento en la práctica –porque el trabajo con las manos involucra, por sobre todo, el aprender en el hacer diario, en el contacto directo y constante con el material– buscamos favorecer la creatividad, la iniciativa, la autonomía y el aprendizaje de saberes tradicionales y de nuevas tecnologías aplicadas al oficio; capacidades a partir de las cuales se puedan elaborar productos de calidad y excelencia con un valor agregado. Así, se pretende generar profesionales capaces de crear y autogestionar sus propios proyectos, así como colaborar con iniciativas públicas o privadas.

La carrera de Oficios Creativos permite, en primer lugar, visibilizar una nueva forma de entender la profesión. A su vez, fomenta la recuperación y el fortalecimiento de industrias manufactureras tradicionales, pero también abre la posibilidad cierta de crear y potenciar nuevos polos productivos (industrias manufactureras sustentables), tanto en nuestra región como a lo largo del país, revalorizando la riqueza territorial a través de industrias creativas y modernas. De esta manera, se busca generar un impacto significativo en la matriz económica del país, donde estos profesionales asuman el desafío de rescatar el ciclo natural de la materia prima y conservar estos oficios con perspectiva de futuro.



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